
Si me gustaría caracterizarme por algo en esta vida, seria por amar. Por amar a las cosas y a las personas, por tener la capacidad para poder hacerlo. Sé que no la tengo, pero también sé que todo lo que he de amar, muchas veces me desborda.
Solía pensar que todo el amor que se sufría, todo el amor que se transpiraba, se acumulaba en algún lugar, esperando para poder ser e entregado en cuerpo y alma, a esa persona… a ese amor. En otra vida, en otro mundo, en otra realidad. Hoy no sé si tengo dotes para amar por tanto tiempo, por tantas vidas. No creo que el amor me haya dado para tanto, pero si se que ame mucho.
El ser humano tiene esa particularidad especial, que así como ama y entrega como ser racional, también, desecha y olvida como un animal, dejando atrás una presa porque ya después de cazada, y masticada no le es útil para nada.
Así solemos perdernos por el mundo, solos y olvidados, con el jarabe del tiempo en nuestro cuerpo, y la cordura que luego se llevara la vejez.
Bohemias palabras que el corazón dibuja y que solas se disuelven en el viento para no ser recordadas jamás. Como el amor.
Dulce y amargo amor.
Retorna la caída de mis pasos, que asiduamente llaman a algunos ecos que quedaron olvidados, pero suelen retumbar porque los nombro.
La vejez prematura, y la imposibilidad de poder ver más allá de tus ojos. Todo me ilumina y me ciega a la vez.
Empiezo a temblar con mis características… la mandíbula rígida, y de tanto en tanto trago saliva y pienso en ti. Como quien piensa en sus recreos. Ansiosos de sus vacaciones. Como quien anhela la muerte más que a nada. Porque yo anhelo la muerte de tus besos. Ese renacer que posee mi ropa cuando me desnudas, y siento el frio… porque luego deseo sentir el calor.
Amo sin ser vista más que por Dios. Y a veces pienso en el amor, como un ser por sí mismo.
Alguien que se posesiona de los cuerpos y los enamora….
Cupido miente, como miente todo corazón. Como miente todo devoto virgen de una vida esperando a la confinada amada después de muchos años para develarle su amor.
Como miente el esposo infiel. Como mienten las arrugas en la piel, el cansancio en la mirada. Como miente la vida. Así miente el amor.
Debelo esa espuma que se resbala por esa diáfana luz que me ilumina, la espuma de las olas que te llaman, que se alimentan en ese vaivén zigzagueante de la sal de mis besos, de mis lágrimas, de mis aullidos en alguna noche distante, ese mar que yo misma formulo. El mar de mis pesares.
Solía pensar que todo el amor que se sufría, todo el amor que se transpiraba, se acumulaba en algún lugar…
DG