jueves, 28 de octubre de 2010

Quiero ser más.

"El olor de las pelquerías me hace llorar a gritos.
Sólo quiero un descanso de piedras o de lana,
sólo quiero no ver establecimientos ni jardines,
ni mercaderías, ni anteojos, ni ascensores.
Sucede que me canso de mis pies y mis uñas
y mi pelo y mi sombra.
Sucede que me canso de ser hombre.
No quiero seguir siendo raíz en las tinieblas,
vacilante, extendido, tiritando de sueño,
hacia abajo, en las tripas mojadas de la tierra,
absorbiendo y pensando, comiendo cada día.
No quiero para mí tantas desgracias.
No quiero continuar de raíz y de tumba,
de subterráneo solo, de bodega con muertos
ateridos, muriéndome de pena."






Nos sumimos en una eterna soledad y eso duele. Las horas perdidas. Iguales. La frialdad de mi alma, en donde emergen los paréntesis de la vida.
No soy más que este eco triste que suena cuando te nombro. O esta eterna primavera marchita cuando me miras. Yo no era así.
Yo era como las campanas que suenan refulgente con pasión. Mi cristal cernía la tristeza. Por mis ojos se filtraba la felicidad. La idea de la esperanza, la idea del amor, del eterno amor existía. Era un brío del viento. Una soledad llena de ternura. Como las hojas empapadas por los rayos de lluvia. Era una tormenta enloquecida. Un alma viva. Un alma en fin.
Quiero para mi vida, lo mismo que quieren los ángeles y las mariposas. Quiero sentir tu presencia en mi ser. Saber que las horas son maleables por tu permanente fugacidad. Quiero ser más que un cuerpo que zumba, más que un alma arrepentida.
Quiero ser tu gloria, tu orgullo, tu guerrera. Quiero que seas mi Dios. Tocar las puertas del cielo, y decirte que te amo. Que mi vida sin tus horas esta desesperadamente perdida…
Esta piel quiere tener relleno y corazón. Quiero tener más que sangre en las venas.
Quiero vivir sintiendo como te acercas a mi vida, y te detienes para observarme, quiero amarte aquí sin tiempo. Quiero permanecer en ti. Vivir por ti. Amar por mí.
Sentir que el viento me acaricia la cara. Sentir a este pedazo de carne moverse impulsada por las ganas.
No soy más que este eco triste que suena cuando te nombro. O esta eterna primavera marchita cuando me miras. Yo no era así.

DG

jueves, 21 de octubre de 2010

A menos que te amen.

"Aterrorizado otra vez
de no amar
de amar y no a ti
de ser amado y no por ti
de saber no saber fingiendo
fingiendo
yo y todos los otros que te amaremos
si te aman...a menos que te amen."





La silueta del borde de la hoja, llama a mi escritura.
La capa de hermosura que recubre tu espalda, la inspira.
El beso de tu boca me paraliza y entonces recuerdo que ya no somos dos.
Las corrientes sinfónicas del viento en mis oídos. Producen ese recordar que sin recordar buscan la historia debajo de tu ropa, y también más adentro de tu piel.
Este cuerpo que ya no puede conmigo, esta razón que quiere escaparse de mi ser. Este grito que quiere llorar en silencio.
Esta fría piel que se quema con la hoguera de tus dedos, y habla con las cumbres de mi cuerpo.
Este amor que encierra en el pecho suspiros. Que se infla de ti, que me revuelca en tu cintura.
Este amor de ti que no es de mí. Que no tiene forma pero te ama.
Busca en la cristalina fuerza de mis ojos, y verás que no te miento, que la vida sin ellos no sería la misma. Pero si algún día no pudiera ver sabrías que podría seguir viéndote hermoso. Aun si no pudiera tocarte seguiría sintiendo la calidez familiar de tu piel. Aun si no pudiera hablarte sabrías que te amo.
Si no pudiera igual lo haría. Y lo haría aunque no pudiera.
Respírame cerquita. Para que mi boca sienta tu aliento. Quiero sentir… sentir tu amor.
Y en tu risa que lo inunda todo quiero hundirme. Y en tus ojos que me miran extrañados, quiero perderme, y en tu corazón que me extraña, quiero encerrarme. Lo siento mucho por la vida. Pero este amor la excede.

DG

Me fui de viaje sin ti.

"Me enojaré, amor mío, sin que sea por ti, y compraré bombones pero no para ti,
me pararé en la esquina a la que no vendrás, y diré las palabras que se dicen
y comeré las cosas que se comen y soñaré los sueños que se sueñan y sé muy bien que no estarás, ni aquí adentro, la cárcel donde aún te retengo, ni allí fuera, este río de calles y de puentes. No estarás para nada, no serás ni recuerdo, y cuando piense en ti pensaré un pensamiento que oscuramente trata de acordarse de ti."





Me fui de viaje sin ti. Tomé las valijas, me encerré en las mañanas decodificables. Surtí el deseo. Amanecí dormida, y aun sigo soñando… soñando con la presencia que inunda mis ojos.
Soñando con la luz que visita mis mañanas.
Hice las valijas. Me llevé lo esencial: el corazón. Y me fui de viaje sin ti.
Hoy te disgrego por mi cuerpo como el agua que pasa por él. La limpia y sigue.
Armar las valijas e irse es fácil. Pero es difícil cuando el alma quiere quedarse. O tal vez, la obligamos a quedarse para no sentirnos más culpables de nuestra partida. Quizás la obligue a la inmortalidad de tus ojos para que viva en ti un poco más que en mi. Para que sea eterna.
Que me perdona la vida por marcharme así. Pero si sostengo tu boca mi cuerpo se quema.
Mi cuerpo sin alma, vivirá conmigo, y mi alma sin cuerpo vivirá en ti, y yo como si nada buscaré en la tierra, el mar, en las sombras, tu silueta, en tu ausencia, tu humedad.
Buscaré tu cordura en mi locura, Y así me iré… riéndome sin risa. Soñando si sueño, besando sin labios, amaneciendo sin ti. Como por inercia caminaré. Como por costumbre amaré, como por obligación soñaré con otro.
Hice las valijas, y no podré llevarme el alma….
Pero me llevo … el corazón.


DG.

viernes, 8 de octubre de 2010

Capricho

"La única diferencia que existe entre un capricho y una pasión eterna es que el capricho es más duradero."




Capricho, que sin saber es objetivo, que sin saber es causa, que sin saber es efecto.
¿Deseo intenso, imprevisto y pasajero de una cosa? No estoy de acuerdo con eso. No creo que ni el deseo, ni el hecho de encerrarse en una idea sea tan superfluo, tan efímero, tan inflado de nada. Porque es más que algo, sobrepasa las normas de cualquier razón, vanidosa y ambiciosa… ¿capricho del destino? ¿Qué capricho me puso aquí?
¿No sería acertado decir que el deseo es permanente? ¿O no? ¿Se esfuma? ¿se va si no alcanzamos ese “deseo”? Yo creo que no. resignarse a un capricho no es olvidarlo. Es taparlo, ocultarlo. Sostenerlo en un plano subconsciente, y dejarlo ahí reposando.
El capricho es deseo, el deseo es pasión, la pasión es fuego, y fuego quema. El capricho nos quema hasta tenerlo. El capricho es miserable, bajo, humano. ¿Y quién no lo ha manifestado?
Por lo menos yo soy así de miserable, en las viseras del fuego me quemo, y me quedo, y sostengo el placer. Me regocijo en él y a veces muero.
Contemplo el alma, blanca alma, negra alma. Y vuelo.
El capricho de tu boca, la soltura de tus besos, y tú.
Tus dedos, tu cuerpo, tu oscuridad. ¿Y qué? ¿Qué remedios han de curar la lujuria? Pecados si los hay….
Las llamas de tu aura, y el aroma pecaminoso de mi corazón, y el refulgente latido del deseo.
“caprichoso el azar” caprichosas tus manos que siempre me buscan. Capricho es ser pasajero. Pero mi capricho es permanente. Y tu cuerpo la noche donde quiero permanecer.
Y mi boca la esfera de la infinidad… infinidad de horas que te buscan.
Marca con fuego mi piel… y lléname de ti.
Capricho, deseo, pasión… quiero ser tuya.


DG

lunes, 4 de octubre de 2010

B.A.R.


“aunque tu fueses el esclavo y yo el señor mi único poder era empujarte a tu propia libertad”





A penas si recordé las veces que me había encerrado en ese bar, oscuro, lúgubre, nauseabundo. Sus paredes se pintaban con grandes manchas de humedad, y me hubiera sentido incómodo sin el humo de los cigarrillos no viciara el aire.
Pequeñísimo lugar de sombras y tinieblas petulantes, brisa marina que acompañaba mis pasos y los manchaba con un azul espuma. Pura, pura espuma.
La cerveza que acompañaba mi mano, se hubiera sentido sola sin su toqué aquella noche, desencontrada, perdida entre la multitud masculina que ansiaba compañía como yo.
Entonces la vi… una luz, luz que si la hubiese tenido más cerca me hubiera quemado los ojos. Cualquier estúpido y vulgar público la hubiera catalogado de prostituta, pero yo… ¡era deliciosa!... ¡una santa! Las piernas más largas, los carnosos labios más rojos que había visto, el pelo negro cual azabache, y sus manos: largos dedos finos, delicados… sus manos… apenas podía atreverme a imaginar mis manos sobre su cuerpo. Demasiado perverso mi pensamiento, excesivamente corriente, exageradamente normal. Jamás podría pensar de aquella forma con ella.
Fue dibujando el aire entre sus caderas, mientras caminaba hacia a mí. ¿Había notado que la estaba mirando?... me resultaba tan familiar. ¿De dónde nos conocíamos?
Me obligué a esquivar su mirada, a apretar mis labios para no modular si quiera cualquier imperfecta palabra que pudiese arruinar su tintineante y zigzagueante movimiento por la sala.
Mis ojos se iban llenado de aquella llama con la que se incineran los cuerpos. Refulgente sabor en la lengua. Campanas de gloria resonaban, ella también me deseaba pero nunca se aproximaba lo suficiente a mí. Indeciso movimiento que no se acercaba a mi contextura, sino que la dejaba olvidada mientras volaba como una paloma virgen por allí. Desplegaba sus alas, y era admirable ver sus labios rojos deambular por otras bocas, que no hacían más que atrapar su fresco aliento, y antes de beber de aquel manantial, los dejaba sin probar, deseándoles la muerte. El deseo en su propio fruto maduro, se caía por desgracia.
Vino sensualmente caminando hacia mí, provocándome, satisfaciendo mi mirada que no pedía más que sus ojos. ¡Bellísima! Esperé que no hubiese notado lo patético que me sentía. Pero a la vez ella hubiera valido cualquier sentimiento que pudiese reprocharme después.
Era hermoso contemplarla, dibujaba mi idea y la hacía aun más perfecta. Tan ideal, que solamente hubiera querido conservar esa imagen para sobrevivir el resto de mí pobre vida, después. Hubiera querido tener más luz, para apreciarla mejor, o quizás desapañar mis lentes ya colapsados de los cigarrillos, o tal vez acariciar su piel, para considerarla real. (Lo último no pasaría, en realidad ninguna de las tres) no pude evitar preguntarme ¿Cuál era el verdadero personaje que se ocultaba detrás del encaje y las medias de red?... esa era la verdadera musa de mi inspiración, la que ella no mostraba ¿no?
Se acercó mucho más a mí, tanto más que pude ver sus ojos a la perfección, su mirada, su estructura cimentada con los pedazos de su alma que caían sobre mí como arduas flechas de plomo. Vi todo, la inspeccioné, la bese con el alma, la ame de todas formas pero me levanté y salí corriendo de allí.
Es tan triste lo que vi en aquel bar, que todavía me persigo por las noches, incapaz de volver a aquel lugar, recordando la ficción de mis visiones, los fantasmas que veo donde no los hay, por la simple mera sintaxis de ver ¡algo más!, en esos ojos, en esa boca, en esa piel… no había, no había nada. El objeto de mi obcecación era eso, un puro objeto lleno de nada. Su interior era turbio como esos ojos, perverso, mediocre. Mi mirada buscaba ángeles en el infierno. Imposible era, imposible de encontrar. Aun así, a veces, sólo a veces, recuerdo el vacio.

DG.