lunes, 11 de abril de 2011

19 días y 500 noches.

"Ni me vengo tan pronto, ni la tengo tan gorda,ni consuelo de tontos ni ganas de palmar,los jamases que asumo, los tiro por la borda,no me fumo las clases a la hora de olvidar.Con coimas insolventes se escayolan fortunas,ninguna guerra mola, no hay cruzada sin Dios, aunque caigan más torres gemelas de la luna no es cómico este atómico vil ataque de tos. y el sexo es otra guerra incivil, la única guerra
sin héroes ni vencidos ni mártires ni santos,si dos buscan lo mismo ¡qué dulce cuerpo a tierra! tan cerca del abismo, del éxtasis, del llanto.
Cuando se pudra el cielo, cuando silben las balas,sabrás que dejo todo si tú me dices ven,porque sigues contando conmigo por las malas,por más que descarrile mi penúltimo tren."





Bulevar de besos, escases de pestañas en la almohada, bostezos vacios. Suaves caricias que nunca te dirán adiós.
Baños que saben a lamento, besos que saben a humedad, y en el vacio rincón de mi alcoba, ahí estaré esperando, algún cuerpo, algún cuerpo que tocar.
Lamento si no te digo adiós, por no poder decirte “hola”; profundo es el odio, y profundo es el amor, cuando lo mides en la historia.
El sacrificio sanguinario de las páginas de un diario, por forzar una estadía que nunca va a ser mía, y arrancarme el corazón.
Limpiaba los muebles de mudanza, las hojas, la tierra, con un hedor en las narinas, y sin mucho más que alegar. Iban sin cause, sin medida, las cortinas destapadas, el dolor de mis pupilas, las mañanas bastardas, sin gloria, sin consigna…
Olvidaba de llevar las sabanas frías, la vástiga figura curvilínea que se clavaba en el colchón.
El cepillo de dientes que olvidaste, el cenicero en el sillón; las medias debajo de la cama, la pared escrita, la risa, el llanto, tu cuerpo, mi vida, había de todo, de todo mi amor… hasta encontré, en el azulejo de la entrada, tu suave, e integro olor.
Tengo el lamento del amor en el cauce del olvido, tengo el olvido encrespado en el amor, después de una tormenta de vencidos. La faja, la tanga, el sudor… le hubiera pagado a la luna para que la noche fuera más larga, sólo para tener más tiempo de hacerte el amor.
Tu mentira cancerosa, mata como el alquitrán, cepilla mis venas como una navaja sin filo, como un roció de hielo, como un manojo de mierda, como unos granos de sal.
Labios, ojos, pechos, manos, codos, dedos, caderas, nariz, cuello, coxis, clavícula, lóbulos, talones, rodillas, costillas, nervios, pies, alma: no hay parte de mí, que no extrañe el olvido que vendrá.
El día que mata tu ausencia se hace más leve, más fácil. El bucanero de recuerdo repasa la estadía de mi cuerpo sin tu amor, y la noche se hace fría en tu ausencia, y la noche se hace triste sin tu voz, y mi cuerpo te reclama, y reclama tu humedad, y tu vaivén de olas saladas, y tu espectral forma de andar bajo las sabanas de mi recuerdo.
Y los muebles levitan y escasean y mendigan y reclaman, y te esperan.
Y yo sin más que decirles, y yo sin más que hacer, me siento como ellos, como todos, como nadie… Yo te espero.
Desahuciada, sin ti, maldecida por ellos, encarnecida sin sombra. A mí que me gusta estar sola, pero contigo, a mí que me gusta amanecer en tu risa, dormir en tu oreja, arrancarte los mechones del cansancio, a mi que me gusta acariciarte la espalda, besarte la nuca, atarte las manos, taparte los ojos, enmarcar tu cintura, encerrarme en tus pasos, enloquecer en tu ausencia… me olvidas… a mí. A mi… que le hubiera pagado a la luna para que la noche fuera más larga…
sólo…
para tener más tiempo…
de hacerte el amor.

DG

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