
Al margen de que mi tiempo últimamente está bastante ocupado, como es de mi, no puedo, no pensar, o no reflexionar sobre el tema que más me compete, no porque lo entienda, y no porque sea “competente” en términos correctos hablando sobre el tema, no lo sé, pero el amor, es algo que ya de por sí es complicado, tan complicado que resulta un desafío por lo menos para mi intelecto entenderlo en su manera completa y absoluta de sentir. Aunque no se entienda, o aunque pensar que entenderlo sea una manera completamente muy ilusa de considerarlo (ya que miles de veces hemos escuchado: el amor no se explica se siente). Me resulta interesante y por demás, explicar el sentimiento que más que por reacciones químicas formuladas y compuestas en nuestro hipotálamo, es una forma de costumbre general a sentir. Algo que se hace por imitación. Definimos el sentamiento por conocimientos anteriormente existentes en otras personas que lo definieron como: amor. Siguiendo a un sentir nada guiado lanzándose a lo más remoto y desconocido. Si estuviéramos solos en una isla, con una persona quizás, y no conociéramos el concepto del amor, ¿se sentiría igual pero no sabríamos definir el sentimiento? Conocemos el termino, conocemos la base de su definición, y hasta a veces podríamos decir que conocemos el amor, ¿en concepto?... ¿Cómo es que lo conocemos si nadie nos enseñó lo que es el amor? ¿Es entonces un sentimiento congénito del ser humano que nos incumbe a todos y cada uno? ¿Y si no se puede enseñar el amor porque se siente?, pero ¿se puede enseñar a amar?, o ¿es que el “corazón” guía la forma en que procederemos? A mi criterio, el primer amor, es el amor a uno mismo, como individuo, como persona. Si no se tiene o posee ese amor, no puedo ofrecerlo, no puedo prometerlo, ni entregarlo, porque técnicamente estaría engañando a la otra persona, le estaría ofreciendo algo que sé que no tengo. Le estaría prometiendo un cielo inexistente que no tengo y no conozco. No puedo dar o prometer amor, cuando sé lo que es, creo que existe pero no lo tengo o no lo siento. Porque… ¿cómo puedo dar algo que creo que existe pero qué no existe en mi? Considero entonces, que el ser humano tiene una percepción del amor muy vacía, es una condena al deseo y no al amor. El ser humano no da ese amor, reconfortante, suave como el terciopelo, ese que acaricia el alma y llena. Da lo mediocre del amor. No me gusta asumirlo pero es lo que veo, en cada pareja, en cada mirada. No veo esa clase de amor puro, a la que por lo menos en mi caso particular yo aspiro, no lo encuentro, y no digo que yo lo tenga, ¿ a alguien le enseñaron a amar así, de aquella manera profunda? Aquel amor que se rija por otras normas que sobrepasen el deseo, algo más grande, algo que cuando muera el deseo no muera el amor. ¿Pero existe? Pero si todos estaríamos imitando lo que consideramos o la forma de proceder mediante el amor, nadie se estaría dando la libertad única y absoluta para sentir de esa manera, mucho más difícil en cuestión… y así tan poco que amamos, tan fácil olvidamos. Lo he vivido y me resulta incomprensible. Como las parejas comparten tanto tiempo juntas, años, vidas, y al final terminan sintetizando todo aquel amor en dos completas almas desconocidas, como si no se conocieran, como si nunca hubieran existido, como si nunca hubieran compartido el más profundo amor. Y es que no… no lo compartieron así. Compartieron otras cosas, u otra clase de amor. Es mentira que todo se olvida., que el tiempo mata ese sentir etc. etc. Y el que lo hace es porque sinceramente nunca sintió como lo tenía que sentir. Entonces con esas caídas, nuestro cuerpo frágil y maleable, se convierte en un pedazo de fibra dura, en un callo, en una tabla donde todo “resbala”… y tapamos… y lo paradójico es que como así nadie nos enseña a amar, nadie tampoco nos enseña a olvidar. Surge solo, el mismo cuerpo rechaza el sentamiento y cae en el olvido porque así lo prefiere, antes que sufrir… es un acto reflejo, un instinto completa y netamente humano. No se cuan a favor estoy de la frase trillada “hace lo que sientas” no se cuan bueno y bien está hacerlo. Definitivamente en el amor, es lo mejor. Pero ¿en el olvido? Si haríamos lo que sintiéramos, por consumo en tiempo, cansancio o fatiga, dejaríamos todo, soltaríamos la soga y no perseveraríamos en nada poniéndonos nuestros propios limites. Porque es más fácil. Y el ser humano es cómodo. Entonces lo dejamos, lo tapamos, lo olvidamos. Así que en algún punto “hacer lo que se sienta” no estaría tan correcto o tan bien, aunque sería muy normal. Y después entonces con el tiempo, y la vida, aparecerá alguien más en la cual encontraremos la satisfacción de compartir. Una que “opaque” el amor sentido por la anterior persona. Me parece horrible el termino “un clavo saca otro” si se decide olvidar, empujar la puerta y cerrarla definitivamente, por múltiples causas que exceden el sólo simple hecho de olvidar. Estaría entonces correcto evocarse a alguien más y entregarse completamente sabiéndonos con capítulos totalmente cerrados, que no estén perturbando la tranquilidad de la nueva relación. Pero comenzar una nueva relación para olvidar una pasada, es en realidad muy triste, porque desde un comienzo se sabe que por muy deslumbrados que estemos por esa persona, la relación esta condenada al fracaso. O en su defecto a un nuevo olvido. ¿Podríamos entonces olvidar para olvidar? A mi me sabe triste…pero por lo que he visto es bastante natural. En síntesis no comparto mucho nada del ser humano. Ni el amor, ni el olvido, ni la formas de ambos dos.
DG