No eres más que un espejismo. Un oasis en el medio del desierto…desierto que me invento para que existas.
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Un corazón roto. Un amor que se esfuma en el aire, que se lleva la brisa como polvo en el viento.
Un orgullo herido que jamás deja de dar batalla con los sentimientos que envuelven las hojas cansadas de una rosa marchita.
Cartas destinadas al olvido, en el vehemente vacio que embotellan las palabras al declarar el amor.
Voces que se esconden detrás del vano toque de una anónima para olvidar la soledad.
Cuchillos que se hunden lánguidamente en un ardiente baúl de mentiras, a la expectativa de encontrarme. La misma espera que desespera y con la misma entereza con la que se espera, se vuelve al principio de una calle cimentada en donde caminar anónimamente otra vez.
El amor que se cala en las líneas abandonadas de una condena hacia el descuido.
Los sentimientos de añoranza que se desvanecen sin piedad, y cuando intentas atraparlos sabes que es tarde. Quisieras quedarte con tanto, con todo, y sólo simplemente eliges el olvido… ¿por qué preferimos eso? ¿ Por qué fríamente ponderamos a la resignación? Tal vez, porque sabemos que combatir es lo mismo que extenderse a la invención de la esperanza.
Es una guerra perdida, escarmentada por la renuncia porque no hay solución de transformar nuestras plegarias que nunca parecen ser oídas. Quizás el olvido es la forma más fácil de aceptar que la solución es el destino. Dejando así en manos de sombras desconocidas, que nunca sabremos ciertamente si existe, si es una “causalidad” o una espera que pudiera ser fatal. Nos aferramos al destino porque es mejor que nada, y dejamos sencillamente que las cosas sucedan. ¿La mejor opción después del amor?, No. La mejor opción después del olvido.
Las opciones jamás han existido en los abismos del amor. No se elige a la flor por el color, se elige por el perfume que emana desde sus raíces…
Un amor con cinco multas al pensamiento y dos caricias a la nada, así como un abrazo al viento y es feliz.
Las palabras que no fueron dichas, la bronca consumida, la resignación enervándote los pensamientos, la sangre hirviendo por dentro y el dolor cortando como una cuchilla- No te mates silenciosamente con las palabras que no escriben para olvidar, y tampoco dejes de insistir en lo que supone te haga mal; haz, pero no mueras malgastada por la ira de una mañana sin sus besos, de la despedida sin ilustración, del engaño en la mirada, ni en los argumentos vanos, porque mientras tú te desgastas encargándote de echar lentamente tus recuerdos al vacio… el ya te olvidó.
“y volver a los sitios, donde me has abandonado, y ser asesinada allí donde
te amé”
DG
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