domingo, 9 de mayo de 2010

"Lo que el mundo tiene por locura, yo lo tengo por verdad"

“Somos seres humanos, nacemos llenos de culpas, nos da miedo cuando la felicidad se trasforma en algo posible, y morimos queriendo castigar a los demás porque siempre sentimos impotencia, injustica, infelicidad. Pagar por tus pecados, y poder castigar a los pecadores, ah ¿no es una delicia? Sí, es genial.



si hay algo que me enorgullece de mí, es que sé que vivo. Me doy valor, me reconozco en cada cosa, y hago de cada cosa un poco de mí. Todo es uno y uno es todo. Cada planta, flor, pétalo, pequeña, grande sé que siente las caricias que le ofrezco, aún aunque esté inanimada, contemplarla, y abrazarla se que la hace feliz. Cada pequeña cosa ama y odio, y siente como cada persona aquí.
A veces me despierto con esa sensación de acariciar una mejilla, de abrazar a alguien, cualquier sea hombre o mujer, se que necesito dar esa clase de amor, porque es lo que me hace lo que soy. Beso a mi gata, a mis perros porque son las criaturas más cercanas que tiene mi alma cuando despierta.
Sé que vivo la mayor parte de mi vida, sin saber exactamente el motivo que me impulsa a estar aquí. Leo, intento, busco, pero en realidad todos caemos en esa incertidumbre que da la inercia que majea nuestras vidas. Tengo tantas conclusiones de los” porqués” que a veces entiendo que quizás conocer, no hace el comprender exactamente. Cada uno de nosotros mismos puede conocer todo sin comprender nada, y eso en realidad, nos hace despreciar un sentimiento, porque por más que conózcasenos la verdad y autenticidad de cada cosa, no podríamos ni asimilarla ni sentirla plenamente, porque no podríamos verlas como parte de un mismo todo. Jamás. Estamos absortos, y detenidos en los problemas, en nosotros mismos, que apenas si podemos contemplar cómo se devuelve el mundo, los ruidos, los sabores, el cielo, las nubes, las hojas amarillas que tanto me gustan mirar por estas épocas. No detenemos.
Miraba por la ventana y veía como una telaraña oscilaba entre sus bordes, me detuve en ella pues el movimiento de la araña tejiendo su trampa llamó a mi atención. Tenía que dormir y la telaraña oscilaba delicadamente sobre mi cabeza. No era cómodo dormir pensando en que la misma que era de un tamaño considerable iba a hacerme daño, pero no quería molestarla e incómodamente me dormí. Sé que era insignificante, sé que no debería preocuparme, pero lo hago porque siento que en algún punto, siente y me pertenece a mí. Soy responsable por su dolor si llegara a lastimarla.
Me levanté, saludé a mi pequeño animalito, lo alcé en mi cama y subí mi vista para contemplar como la telaraña inmóvil estaba aun ahí, sin su creadora. La misma no estaba. Empecé a buscarla entre mis sabanas, fue casi lo primero que se me ocurrió, pero no estaba. Descubrí más tarde a mi desgano que mi perrita estaba jugando con la araña en la cama y la había matado. La reté, me sentí mal por ella, porque quisiera o no había tratado de cuidarla, y no lo había hecho demasiado bien. Estaba mal por la araña, pero exteriormente como todo, mi vida seguía como si por mi cuerpo ni pasara absolutamente nada, yo había pasado una noche incomoda preocupándome por ella pero ella tenía definitivamente que morir.
Al medio día, estaba estudiando y algo llamó a mi atención. Un pájaro se posó en el jardín en la ventana, había mucho silencio a mí alrededor, todos dormían la siesta. El pájaro cantó madia hora aproximadamente, en la misma rama. Me detuve esos mismos minutos a contemplarlo a escucharlo, mirarlo tan cerca que lo tenía.
Esas cosas, son las que yo siento como pequeños regalos, me sentí de alguna manera reconfortada. Algo bueno y algo malo quizás equilibraban un poco más mi mundo.
Son esas cosas en las que no nos detenemos, cuando digo que hay mucha belleza en el mundo, es porque realmente la hay, yo creo que la hay. En las cosas más simples, más sencillas, y menos complejas, las hay.
El ser humano y me incluyo. Se detiene todo el tiempo, en todas las cosas que perturban al mundo. En los egos que mueven a cada persona y ser. No ven la belleza de las cosas. Cosas en cadena. Estamos tan absortos en nuestro mundo estructurado y estipulado que jamás nos detenemos en el sonido de un pájaro, en la araña que con tanto esfuerzo trabajo para llegar a donde está, en las plantas, las flores, de cada cosa nacen y necesita del amor. Creo que el ser humano, tendría que dejar de “ser” para empezar a sentir como lo que “es”.
Vivir la vida plenamente, arriesgarse, amar, afrontar los miedos, las dependidas, llorar y luego amanecer bien… reconocernos es lo que nos hace personas VIVAS.
El mundo posee belleza pero es a mi criterio es bastante cruel. Sentir felicidad, y vivir con la misma en este mundo es saber seguir. Detenerse solo nos quita experiencias, formas y maneras de comprender los porque.

“¿Qué es lo más importante de esta vida? ¿Vivir o fingir que he vivido?”


DG

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