domingo, 23 de mayo de 2010

Tan acostumbrado a no ser.


"Saber elegir lo que cuesta más, No cualquiera suma sin restar"




Sentirse solo entre tantos ya es… dejar de existir. Creer que del otro lado del mundo en aquel lugar tan cerca, y tan lejos, se alojan los ojos de mi desdicha. La pérdida de tu boca. La adicción de tus besos…. Me enferma, pego mi cara contra el cristal y ni siquiera eso puede sentirme más cerca de tus manos. Y tú en otro lado, se que piensas en mi. No sé si ahora ni hoy, quizás pensaste ayer, o algún día… quizás mañana. Tal vez entre el espeso hedor del humo del cigarrillo, entre una nube gris y trasparente me encuentres, se filtre mi imagen, se llenen los recuerdos. Y luego junto con el humo desaparezcan, se desvanezcan frente a tu cara. Grácil movimiento de tu boca. Ríes, piensas la próxima jugada. Ríes otra vez. Una carta se desplaza por la mesa. Pierdes. ... haces movimientos, pagas apuestas. Sigues. El movimiento oscilatorio de tus manos, sujetan un vaso y bebes. Te pierdes en el juego, la mesa, tu pensamiento se distrae, no existo yo, ella tampoco. Nada. El juego.
Te pierdes, tu mirada decae, te pierdes. Distorsionas la juagada que acaba de comenzar. Otra vez alguien dice algo y ríes, jocoso, risueño, real, como si nada, como si ningún problema azotara tu débil existencia y ríes más. Casi trabas la juagada. La risa no llega a tus ojos. Ellos lloran, ellos jamás ríen. Jamás. Algo te recuerda a una sonrisa lejana. ¿Una mujer?, otra vez, otra vez es ella. La piensas. La tienes. No, no la tienes. Ella. ¿Dónde estará?... ¡el juego! Otra carta se desliza por la mesa, y te apresuras a hacer tu próxima jugada. Pierdes.
Esta vez no podrá contigo. Te apresuras a repartir las cartas. Sumas vidas, restas muertes. Calculas, lo piensas, en tu maquinal mente ya no existen más que las cartas, el juego, las apuestas. Bebes otra vez. Corazones, tréboles y reyes se mueven rápidamente frente a tus ojos. Lo piensas más, y de pronto algo te zumba en los oídos, una crítica, algo desagradable sobre mí, ahí está. Perfectamente colocado. Y piensas “estaba loco, que difícil hubiera sido”. Y entonces, juegas, juegas otra vez. Te dejas llevar por las cartas, eres las cartas, y ganas. Y ganas, y pierdes. Porque eres tan perdedor, que ni siquiera cundo ganas lo ves.


DG

No hay comentarios:

Publicar un comentario