miércoles, 18 de agosto de 2010

Epafanía y desencuentro.

"El que quede establecido como causa algo ya conocido, vivido, inscrito en el recuerdo, es la primera consecuencia de esa necesidad. Lo nuevo, lo no vivido, lo extraño queda excluido como causa. . - (...) Consecuencia: una especie de posición de causas prepondera cada vez más, se concentra en un sistema y sobresale por fin como dominante, El banquero piensa en seguida en el "negocio", el cristiano, en el "pecado", la muchacha, en "su amor".”




Epifanía y desencuentro. El tiempo que da mis razones, las gotas que no dejan de caer. La diáfana noche que culmina entre mis aguas, y las separa y las dispersa para que me vea clara otra vez.
Caricias que van al aire, tierra que se condensa en las pisadas, en las miradas vacías, y arden los ojos.
Aburrida caminata que se repite hasta cansar. Predecible “beneficio”.
Ajedrez que regula el pensamiento. Crucigrama de horas perdidas, palabras no dichas. Miradas enamoradas. Celos que condensan. Desterrada fuerza asesina que se arrastra por debajo de mí. Hiedra que crece y me envenena, y se aglomera en mi alma, y deja huella.
Alma no corras, no escapes más… deja derribarte por los sinfines de la no certeza absoluta, y matame después. No te resistas, ríndete y transfórmame de ti, de ti y de todo, y envuelve mis canales del corazón, con miradas regodeadas de compañía y no de ansias de soledad. Pero matame después. Después de que empiece a comprender el por qué de cada cosa. Y por qué querer así y por qué morir después. Y muéstrame como este simulacro es real, y como debo acostumbrarme a no ser, a no ser de ti más que tu sombra. Tersa piel, ojos grises, y desazón. Oxímoron que no siente más que este ruidoso silencio, esta soledad acompañada, este reír llorando, y amar sufriendo, y saber que la noche esta clara, como el agua, y que el fuego recubre cenizas, que el agua en llamas aplaca después. Si me miras cierra los ojos y no me veas, porque puedo perderme, perderme en tu mirada, y no volver después, y condenarme a la eternidad de tus labios de aire, y saber que sin ti, no es más que mi, sin nada, puede llegar a matarme, o a dejar vivir muriéndome. Alma….explícame, ahora no el por qué, sino cuándo, cuándo volverás a tu cuerpo, y no al mío, y escápame de mi. O escápate de ti misma. Pero vete. Corre lejos, huye y muere.
No sientas más que la felicidad que me da el saberte presente. Pero a la vez, sin ti.
Alguna vez escuché tu nombre, y nunca supe quien eras.
Pero siente latente el sonido de mis labios que te llaman, que me inspiran, que envenenan el encuentro postergado por la vida, que me calma, que me alimenta nada más que de esta expresión que sería quererte, soñarte, y ojalá despierte sin ti. Porque contigo es amarte.
El pecado de mis labios que contiene los suspiros. Vuelves a ver lo que no viste antes… pero que no me sabe a un después. No busques, encontraras lo que no conoces: que es a mí sin ti. Y no te asustes si decides marcharte antes de emprender la marcha. En general el valor en el aire radica en unos pocos. Y has llegado a perderte tanto en mi pensamiento que ya no te encuentro. Permite alma despojarme de la sensibilidad, aquella que no tengo conmigo o aquella que acuchilla sin piedad. Permíteme alma, deshacerme de ti.



DG

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