
Capricho, que sin saber es objetivo, que sin saber es causa, que sin saber es efecto.
¿Deseo intenso, imprevisto y pasajero de una cosa? No estoy de acuerdo con eso. No creo que ni el deseo, ni el hecho de encerrarse en una idea sea tan superfluo, tan efímero, tan inflado de nada. Porque es más que algo, sobrepasa las normas de cualquier razón, vanidosa y ambiciosa… ¿capricho del destino? ¿Qué capricho me puso aquí?
¿No sería acertado decir que el deseo es permanente? ¿O no? ¿Se esfuma? ¿se va si no alcanzamos ese “deseo”? Yo creo que no. resignarse a un capricho no es olvidarlo. Es taparlo, ocultarlo. Sostenerlo en un plano subconsciente, y dejarlo ahí reposando.
El capricho es deseo, el deseo es pasión, la pasión es fuego, y fuego quema. El capricho nos quema hasta tenerlo. El capricho es miserable, bajo, humano. ¿Y quién no lo ha manifestado?
Por lo menos yo soy así de miserable, en las viseras del fuego me quemo, y me quedo, y sostengo el placer. Me regocijo en él y a veces muero.
Contemplo el alma, blanca alma, negra alma. Y vuelo.
El capricho de tu boca, la soltura de tus besos, y tú.
Tus dedos, tu cuerpo, tu oscuridad. ¿Y qué? ¿Qué remedios han de curar la lujuria? Pecados si los hay….
Las llamas de tu aura, y el aroma pecaminoso de mi corazón, y el refulgente latido del deseo.
“caprichoso el azar” caprichosas tus manos que siempre me buscan. Capricho es ser pasajero. Pero mi capricho es permanente. Y tu cuerpo la noche donde quiero permanecer.
Y mi boca la esfera de la infinidad… infinidad de horas que te buscan.
Marca con fuego mi piel… y lléname de ti.
Capricho, deseo, pasión… quiero ser tuya.
DG
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