me pararé en la esquina a la que no vendrás, y diré las palabras que se dicen
y comeré las cosas que se comen y soñaré los sueños que se sueñan y sé muy bien que no estarás, ni aquí adentro, la cárcel donde aún te retengo, ni allí fuera, este río de calles y de puentes. No estarás para nada, no serás ni recuerdo, y cuando piense en ti pensaré un pensamiento que oscuramente trata de acordarse de ti."

Me fui de viaje sin ti. Tomé las valijas, me encerré en las mañanas decodificables. Surtí el deseo. Amanecí dormida, y aun sigo soñando… soñando con la presencia que inunda mis ojos.
Soñando con la luz que visita mis mañanas.
Hice las valijas. Me llevé lo esencial: el corazón. Y me fui de viaje sin ti.
Hoy te disgrego por mi cuerpo como el agua que pasa por él. La limpia y sigue.
Armar las valijas e irse es fácil. Pero es difícil cuando el alma quiere quedarse. O tal vez, la obligamos a quedarse para no sentirnos más culpables de nuestra partida. Quizás la obligue a la inmortalidad de tus ojos para que viva en ti un poco más que en mi. Para que sea eterna.
Que me perdona la vida por marcharme así. Pero si sostengo tu boca mi cuerpo se quema.
Mi cuerpo sin alma, vivirá conmigo, y mi alma sin cuerpo vivirá en ti, y yo como si nada buscaré en la tierra, el mar, en las sombras, tu silueta, en tu ausencia, tu humedad.
Buscaré tu cordura en mi locura, Y así me iré… riéndome sin risa. Soñando si sueño, besando sin labios, amaneciendo sin ti. Como por inercia caminaré. Como por costumbre amaré, como por obligación soñaré con otro.
Hice las valijas, y no podré llevarme el alma….
Pero me llevo … el corazón.
DG.
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