martes, 2 de marzo de 2010

A mi amor propio algo le falta, lo has dejado unos puntos por debajo del de Kafka


"ser la navaja y la herida al mismo tiempo"

((La soledad es el sentirse solo, aunque se esté acompañado… Es el poder verte a ti mismo con tus características propias y con las que vives día a día, te sientes diferenciado del resto de los humanos, aislado, te creas un propio mundo en el cual te sumerges y te cuesta salir.))
La soledad es la más “ruin quimera” que asota la sociedad, escuche en algún momento por ahí. No la siento hace mucho en lo personal, pero la he vivido, por un periodo de tiempo determinado y comprendo que si no se sortea a tiempo es difícil volver a resurgir, es llegar a un limite que es como una especie de arena movediza en la que cuanto más se quiere salir más difícil se hace. Y luchamos con eso con esa pesadumbre inagotable en donde todo lo que sucede a nuestro alrededor es algo malo, algo sin sentido, algo que para bien o para mal nos perjudica sin dejar paso a nada absolutamente, o suficientemente bueno.
Miramos al mundo diciendo “¿por qué?” en vez de decir “¿por qué no?... y hoy comprendo muy bien esa diferencia. Es sentirnos prisioneros nuevamente de nuestros propios pensamientos de nuestra propia soledad, la ponderamos, y a veces, llegamos a necesitarla… necesitamos sentirnos así, porque con ello hemos convivido y sin ello nos falta algo. No dejamos paso a lo trivial, a lo nuevo, tenemos miedo, nunca sabemos exactamente que queremos, que deseamos que se esconda debajo de esa desolada capa de amargura. ¿Qué es lo que queremos?... pregunta que nunca terminamos de satisfacer. Creemos conocernos tan bien… pero ¿realmente nos conocemos? o conocemos a nuestro “yo” juntos a la soledad…. ¿Qué sería de nosotros si la tristeza y la soledad desaparecieran de nuestro sistema? ¿Seríamos realmente los mismos? ¿Nos reconoceríamos tan bien? Creo que la esencia de lo que uno mismo es siempre está. Pero por mi experiencia puedo decir, que salir de las ataduras de la soledad es una liberación de mente y espíritu en todos los sentidos que se puede liberar el mismo. Es realmente sentir que la vida es plena. Aunque el dolor y la amargura corran por la calle todos los días sabemos que por nuestro canal interno ya no está, y ya no corre. Y así podemos ayudar de otra manera, podemos hacer las ajenas nuestras propias amarguras, esas que dejan un sabor semiamargo por saber que a pesar de la tristeza de alguien más nosotros estamos firmes para poder ayudar desde nuestra experiencia, y así hacerlas propias y trasmutar a la misma. Esto no es todo, y no digo que sea absoluto, ni verdadero, es mi vivencia y es mi opinión.

DG

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