
Ponemos la idea ahí donde ponemos la mirada, no son las personas la que se amoldan a nuestras ideas, nosotros amoldamos, ilusoriamente, la idea a la persona.
La idealización. Palabras más complejas si las hay. No importa, color, nombre, nacionalidad, amoldamos nuestras ilusiones, nuestras esperanzas a una idea corporizada en una persona que por supuesto no lo es. Los engranajes de la máscara que nosotros mismos creamos se hacen carne y la vemos como la mujer, o el hombre soñado. Aquella que sin más ni menos cumple nuestras expectativas para la vida, las cubre y las doblega porque es nuestra idea de un IDEAL.
Pero eso quita que sea real. Leí por algún lugar que una imagen es construida en la conciencia anteriormente y ahí vemos la”idea” y la llevamos a una persona. Generalmente esos amores que aparecen eternos no son más que huecos que anidan nuestra idea… y eso se despega como se despegan las almas, como se quiebran los cristales. Tarde o temprano la construcción de lo que queríamos ver se fractura con el tiempo, dando lugar a lo que uno realmente es. Lo que percibimos es siempre subjetivo, por ende siempre va a ser irreal.
Las imágenes son las que se amoldan después a nuestras ideas. Todo está dado a partir de imágenes, y no seria también descabellado pensar que una imagen que se queda en nuestra retina y no fue ni es, siempre las busquemos y amoldemos a otras imágenes. No es casualidad que adaptemos cualidades de un anterior amor, a uno futuro.
Está claro que hay ideas perenes e innatas en nuestro ser. Ideas que fuimos amoldando a nosotros mediante crecíamos. Pero las imágenes, las imágenes no son innatas. Tomamos forma de los sueños que adoramos, de las imágenes que contemplamos una vez como las únicas y luego las olvidamos. Las cosas que solemos reprimir se muestran en las imágenes en los rostros. En los parecidos… aquello que no pudimos tener se manifestara y reflejara en otras cosas.
Y así se nos presentan la siguientes situaciones… seguimos amando y ponderando a nuestra idea, y vamos buscando por el mundo pequeños rincones en donde alojarla, o aceptamos a la otra parte con todos sus defectos y sus virtudes y la queremos justamente porque no es exactamente como nosotros quisimos que sean pero cada suma de esas pequeñas particularidades es lo que hace único a esa parte, sin más ni menos.
DG